En el fondo creo que contaba con ello, pero nunca imaginé que sería tan duro. Sí, me refiero a lo difícil que es encontrar trabajo en España cuando terminas tu carrera universitaria. Durante 10 meses me dediqué a visitar oficinas con mis mejores galas profesionales y una sonrisa de oreja a oreja, pero llega un momento en el que abandonas, y por eso estoy aquí. Cerré una etapa en España y se abrió otra en Nueva York.
Mi nombre es Laura, tengo 23 anos y soy diseñadora gráfica. Hace sólo un mes que llegué a la gran manzana y si me preguntas que me parece, te digo que me quedo. Pero reconozco que el aterrizaje no fue nada fácil.
Cometí el error de pensar que podría encontrar apartamento una vez llegara a Nueva York, así que durante dos semanas estuve viviendo en un hotel mientras me dedicaba a contactar con todos los anuncios de alquileres que veía. Buscaba desesperada día y noche, pero no acababa de encontrar nada. Cuando parecía que había dado con algo interesante, resultaba que las fotos no tenían nada que ver con lo que se ofrecía: habitaciones que en realidad eran parte de un salón, paredes con agujeros, goteras; y por no mencionar los numerosos anuncios que en realidad eran spam (engaño). Una auténtica odisea.
Un sábado por la mañana se me encendió la bombillita, como decimos en nuestra tierra ¡Por qué no lo había pensado antes! Con todas las redes sociales que existen hoy en día, debía haber alguna que conectara a todos los españoles en la gran manzana. Puse dos palabra de búsqueda: españoles y Nueva York, y enseguida llegué a la web que me salvó en el último momento: la de Españoles en Nueva York.
El grupo tiene más de 3,000 seguidores en Facebook, así que llegué a la conclusión de que debía ser un referente para nuestra comunidad en la ciudad neoyorkina. Les escribí y en en menos de 24 horas tenía un email de respuesta con toda la información. Me gustó la idea de que venía directamente escrito por el director, Carlos. No era uno de esos emails automáticos, era personalmente dirigido a mí.
No había tiempo que perder. Por la tarde ya estaba visitando su residencia. Tardé muy poco en llegar al edificio, la línea roja de metro pasa muy cerca de ellos. De camino a la residencia pasé por delante de un gimnasio y un supermercado en el que se leía `Abierto 24 horas´. Perfecto, pensé, tengo todo lo que necesito.
Me gustó la zona, se veía gente de todas las edades paseando, y por sus risas y excitadas conversaciones parecía que vivían contentos. Cuando llegué a la residencia me recibió Carlos, el director del centro, con un acento muy español, por unos momentos me sentí como en casa.
Como os imaginareis, mi SÍ, QUIERO fue inmediato, y hasta el día de hoy. Esta es mi casa. La residencia es bastante moderna, mucha luz natural y gente saliendo y entrando a todas horas. Aquí sentirte sola es solo una elección, y no una imposición, como me ocurrió a mi cuando aterricé en Nueva York. Tenemos hasta una sala con futbolines y billares, así que, si por cualquier motivo, no tienes planes, sabes que allí siempre habrá alguien para compartir un buen rato.
La cocina es maravillosa. Cada uno compra su comida y puede cocinar con los utensilios que la residencia pone a nuestra disposición. Esto me hace la vida mucho más fácil, y sobre todo más barata, porque así no gasto mucho dinero en comidas cada día. Si eres tan `tiquismiquis´ como yo (así lo llama mi madre), te gustará saber que los baños se limpian dos veces a la semana y que cada planta tiene varios aseos, por lo que nunca hay cola y rara vez te cruzas con gente.
Y lo que para mí es la mejor parte de esta residencia: doorman (portero) 24 horas. Esto que puede parecer algo sin importancia, pero no lo es. No todos los apartamentos tienen la suerte de poder ofrecerlo y te cambia la vida. Sin ir más lejos, la semana pasada entre las prisas y los nervios de llegar a tiempo a mi primera clase del Master de gestión de Empresas, salí de casa corriendo y no revisé si había cogido todo lo que necesitaba. Como era viernes, al terminar nuestras clases, nos fuimos todos a tomar algo. Cuando llegué a mi casa a las 2 de la mañana, me di cuenta de que estaba en trouble (problemas), como dicen aquí, me había dejado las llaves de casa ¿Y ahora qué? Bien, pues gracias a Antonio, uno de los porteros que trabaja en este edificio, no pasé la noche fuera de casa y sin rumbo. Enseguida me abrió la puerta de mi habitación y pude terminar mi primer día de Máster descansando en mi cama, con la satisfacción de haber tomado la mejor decisión de mi vida. Sí, esta es definitivamente mi casa.
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